El existencialismo romántico en Una noche en mi abismo de César Daniel García

 Por: Francois Villanueva Paravicino

Conocí al poeta César Daniel García en Quilca (por el centro de Lima) el 2019, luego de previas conversaciones por internet, en plan de cacerías de libros. Aunque entonces todavía era un autor inédito, me dijo que desde hace tiempo venía buscando una editorial que apueste por su proyecto lírico, que, según me contó con toda la seguridad del mundo, era monumental y poderoso, como los grandes poetas del siglo XX.

El existencialismo romántico en Una noche en mi abismo de César Daniel García

Yo, la verdad, dudé mucho de sus palabras, ya que, como decía el gran Roberto Bolaño, en el mundo literario existen “muchos canallas” que creen que sobrevivirán a los siglos, cuando son, viéndolo bien, muy pocos los que continuarán siendo leídos en un centenar de años a la fecha de su primera publicación. Y dudé mucho más cuando le pedí que me pasara sus poemas y me contestó que no podría hacerlo, ya que era muy celoso y cuidadoso de su material poético inédito.

Sin embargo, a los años de conocerlo, recién pude leer sus poemas, aquellos que César Daniel García los leía grabándose y los compartía en vídeos en su perfil de facebook, que era la misma red social donde despotricaba contra los editores independientes por no apostar por su talento literario y por aquella genialidad que afirmaba tener. Así que era, a todas luces, un poeta con lectores pendientes; y, por ello, César HG decidió autoeditar su primer libro de poemas gracias a los consejos de unos amigos.

Una noche en mi abismo (Edición de autor, 2022), de César Daniel García, es un poemario que bebe del existencialismo y del romanticismo con una fuerza abrumadora, destructiva, pesimista, torrencial, tanática, donde el hablante lírico, camuflado en la voz de un “demonio herido”, le canta a la muerte, a los dioses, al universo, al infierno, a la eternidad, al tiempo, a sí mismo, a la ira, a la paz, al silencio, al oráculo, a la ética, a la alteridad, a la virtud, a la inmortalidad, a la pasión, a la desolación, a la envidia y, también, a aquellos temas que le duelen y él los siente a profundidad.

Escritos con gran dominio de los versos largos, a veces con ritmo trepidante y amargo, con tono solemne y derrotista, con energía portentosa y destructiva, con aires contestatarios e irreverentes, con preocupación metafísica y litúrgica, el poeta de Una noche en mi abismo es un existencialista romántico que cree, entre otras cosas, que “la existencia es anterior al pensamiento” y que “el poeta es un ángel caído y condenado, como un albatros en tierra firme”.

En este poemario el lector se enfrentará a un versista presuntuoso, furibundo, vehemente, que recuerdan, de cierto modo, a los poemas de los grandes poetas del romanticismo alemán o inglés; y, en particular, a ese librito de poemas que unos editores españoles titularon Elegías de John Donne, donde los hablantes líricos escriben con ímpetu, enfebrecidos, aturdidos, temerosos, coléricos o desafiantes (Hago un paréntesis para recomendar el poema que John Donne, o su hablante lírico, le canta al hombre que le quitó a su mujer: es magistral). Y, por ello, recordar aquella calidad de potencia poética ya es un mérito de César Daniel García.

No obstante, la médula espinal de este poemario es una herida, una cicatriz que todavía sangra, un peso que ataca con dolor y sufrimiento al poeta, un hombre dañado, sufrido, renegado, como si su carácter noble y “semidivino” le permitiese rabiar y condenar contra lo absurdo de la existencia, la crudeza de la realidad, lo monstruoso de la urbe, la dureza de la subsistencia, la inexorabilidad de la muerte, la decepción del devenir de la humanidad, la esperanza dolorosa y ambigua en una “futura inmortalidad poética” (es una paráfrasis), entre otros sentimientos desgarradores.

Y es que existen poemas como “Ira” en este librito de poemas que, como lo merecería una composición de tal estatura, hacen honor a tal sentimiento que todos, absolutamente todos los hombres lo sufrieron o lo soportaron; por ejemplo, unos versos recitan: “Soy una fuente infinita de sufrimiento,/ Alguien que no cesa de recitar versos que pueden provocar incendios,/ Mi dolor es esa espada en llamas que lentamente decapita a la hidra que es la belleza (…)”.

O también ese poema titulado “Soy”, donde se revela el carácter pesimista y trágico de la voz lírica, que dice así: “Soy un tipo totalmente aburrido,/ No hablo de otra cosa que no sea mi muerte,/ Mi delirio lo uso exclusivamente para idear un mundo donde no renazco, (…)”. También en ese poema “Eternidad”, que comienza con destreza: “Ayer presencié la dicha y la desdicha:/ Dios nunca llora en vano,/ Ahora lo sé…”.

Además, el carácter pesimista y huraño de este poemario se refleja en el poema “S  olo a veces”, donde el poeta sufre: “Detesto a la humanidad:/ Tantos vicios (…)/ Quien no sabe la historia de este mundo está condenándolo a la mediocridad/ Lima es un lugar donde la desigualdad es un abismo sin fondo (…)”. O en el poema “Desolación”, donde se dice: “La vida me inspira más espanto que la muerte: es una bestia completamente desconocida, (…)”. Por ello, este poemario despertará el interés de los verdaderos lectores de poesía.

Fuente: Diario Expresión

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