
El aire queda enviciado de los últimos suspiros
de rayos del sol de un atardecer magistral, junto a olas traviesas que juegan a levantar espuma entre caracoles y estrellas de mar.
Amorfos sueños nacen en el silencio adormecido de estelas que fragatas dejan, mientras que jugueteando buscan su hambre saciar.
Ecos mágicos de sirenas cautivan a pescadores, que cada
noche apuestan, a quién logra sacar del mar algo de su inmenso caudal de riqueza que él les quiera regalar; pero caen preso de ellas y vuelven a casa sin nada.
Arena, agua, y sol que parecieran conversan con afán, antes de que la tarde muera como cada día una vez más, complicidad que repiten en cada atardecer magistral.
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