Del escritor peruano Manuel Mendoza, el poema "Recital VIII"
No es exagerado
decirlo entre líneas.
En el crepúsculo de junio
cerramos la puerta,
dejándonos llevar seducidos
por el aire que nos daba vuelta.
La historia que por años giraba
en un viaje de fantasía,
la fría y oscura ciudad de las uvas,
guardaba bajo llaves doradas
lo íntimo de sus secretos.
Era junio,
le dábamos la bienvenida,
y un adiós a mayo
cuyo recorrer se quedaba sola
en una larga travesía.
La brisa inquietante
entre dos cuerpos sedientos esperaba,
inexplorables
o en reposo
haciéndose más tenso
aquel día.
Desprevenidos
de cualquier bulla
que nos advirtiese,
ya no era inalcanzable.
Estábamos
tan cerca del pecado,
que nuestros labios
de pronto se juntaron,
un abrazo tenue
magna piel apetitosa
dispuesta
arrancando
las vestiduras
entre manos y
dientes.
Había tiempo
para curar cualquier culpa,
la satisfacción o la agonía
de deseo purificado.
Hay una mujer
desvestida desde el ocaso,
las sombras alineaban
la forma carnal
de su encanto.
Fue un gran diluvio de gracia,
la tierna piel de su rostro,
de sus brazos,
en su nocturna acrobacia
se acomodaban intermitente
alcanzando la gloria en su paso.
Las luces a cubierta
se teñían de colores
desde las calles.
La noche llego
de espantapájaros
atravesando las paredes.
Un grito de libertad
brillo deambulando
en las esquinas,
susurraba enaltecida
dando brincos de alegría
porque la noche llego
inexplicablemente de visita.
Descansamos
mirándonos a los ojos,
tocándonos las manos,
las horas venían a ciegas.
Fue inesperado
cuando a escondidas
lo que nos aterra
iba desapareciendo
a la vista de quienes
nos prohibían.
La pasión vino de estampida,
una mezcla de amor
que Dios nos brinda.
En un viaje por la piel
desde tu boca,
agua pintada,
pura
por la vertiente
de sus grandes cordilleras
me acongoja con amor y
ternura.
Autor:
Manuel Leu mendoza
Ica Lima 🇵🇪
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