Decisión | Un cuento de Franco Alonso ( Hugo vos)

 Del escritor peruano Franco Alonso, el cuento "Decisión"

Decisión | Un cuento de Franco Alonso ( Hugo vos)

Fue anocheciendo y notó a lo lejos los ladridos de los perros, los aullidos confidenciales de animales que desconocían su presencia, que podían acercarse a él sin que se diera cuenta. Ellos podían comunicar el cariño interesado y secreto para que en favor de él puedan obtener un pedazo de carne, de comida aun guardada.

Él se sentía así, como un perro abandonado y no querido, se identificaba con esos animales sin raza, ni pedigree, como un paria en medio del desierto. Se sentía así, visualizaba esa sensación interna, como si fuera legendaria del lado más profundo de su ser, y se afligía, se exponía a una suerte de misericordia cristica, de pena bendita que redimía empatizando con ellos.

Sus amigos, esos perros que le visitaban dos veces al día para recibir una ración o dos de comida, y él les daba lo que podía, parecía que se entendía más con los animales que con la gente, pues se sentía extraño, desconfiado e inseguro cuando intercambiaba palabras con algún hombre o mujer. Temía ser influenciado con alguna idea ajena, perder la totalidad de su personalidad, no reconocerse en la gran cantidad de opiniones y diferencias de los demás, así que guardaba con recelo sus pertenencias, sus libros, sus revistas antiguas, sus apuntes mentales pues estos le recordaban lo que aún era.

Todo lo tenía desperdigado en esa casa, pero muy bien cuidado. A veces se sentaba frente a la máquina de escribir para inventar poemas, o frases sencillas que se le ocurrían de un momento a otro. Otras veces, como hoy, solo estaba echado en el sofá al abrigo de la tarde solitaria, de su calma interna, fijando su mirada a la ventana, observando las nubes cargadas, prontas a llover en una suerte de festival lacrimógeno. Eso le llenaba de un sentimiento que le recordaba su infancia en su ciudad natal, la imagen de una nostalgia que te obliga a quedarte en casa como si en épocas anteriores el hombre de las cuevas hiciera lo mismo, y ese mismo hábito se haya heredado de una memoria arcaica. 

De pronto se levantó alterado y removido intempestivamente de un sentimiento inaudito. Se fijó en el anciano reloj de la pared, y se dio cuenta que toda esa sensación de pertenencia, a ese mundo mágico de criaturas nocturnas, era la señal que había olvidado para emprender la misión que tenía. Recogió su abrigo, una fotografía antigua, una maleta y sus demás pertenencias y las desperdigo por toda la vivienda, y de inmediato arrojó por toda esta un líquido inflamable y alejándose sigilosamente lanzó en dirección a su pasado un cerillo encendido, quedando la casa completamente en llamas.

Miraba tranquilo e imperturbable la hoguera. Los perros y criaturas ya podían refugiarse en otros lados, ni encontrar la compañía en otras almas compasivas. Luego fue avanzando por el inexplorado bosque perdiéndose entre sus frías ramas. 

Decisión | Un cuento de Franco Alonso ( Hugo vos)

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