Del escritor mexicano Alan Ney, el poema "En ningún lugar"
La niebla viste de misterio las calles por las que he caminado tantas veces.
Hace frío, pero relajo mis pasos para aprovechar el estado abstracto y gaseoso del barrio y respirarlo a fondo.
Escucho unos maullidos que provienen desde alguna parte del mundo detrás de la niebla,
no busco al gato, pues no quiero saber si está.
Acelero un poco el paso, solo quiero sentir su mayar.
Arribo a una gran avenida y giro a la derecha,
vislumbro fantasmas que aparecen y desaparecen por el portal de niebla,
se parecen tanto a mí y tan lejanos se ven,
como si habitaran otro mundo, otro espacio.
La levedad paso a paso me acoge.
Todo se repite más nada es igual,
el tiempo girando sobre sí renovándose,
como un bucle interminable de vida y muerte.
Siento una paz salvaje.
El estado gaseoso del barrio transmuta a líquido mientras comienza a solidificarse,
la bola de luz se impone mientras la niebla se disipa,
los rugidos se escuchan otra vez, son el sonido natural de este entorno vivo.
Regresan los colores y las formas cargadas de fantasía antigua y caduca,
le sonrió,
pues ahora sé que hay puertas por las que uno puede escapar
hacia ningún lugar.
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