Borrando huellas | Un cuento de Sol Cano

De la escritora española Sol Cano, el cuento "Borrando huellas" 
Jornada 1, laberinto Narrativo 

Borrando huellas

BORRANDO HUELLAS

 Sabía que su visita tenía intenciones maliciosas, como los terroristas que preparan su masacre. 

 Con discreción dejó su artefacto, sin saber cuándo haría explosión, pero Miguel sabía que arrasaría con mi vida y la de mi familia. 

–Buenos días, Felipe, solo pasaba a saludarte. –con hipócritas palabras, Miguel  excusa su presencia.

–Me parece muy oportuna tu llegada, me iba a tomar una cerveza, quédate y me acompañas. Hace tiempo que no sé nada de ti –le responde Felipe de forma amigable, mientras yo estoy acechando tras la puerta.

–Me gustaría mucho pero me están esperando. Quedamos otro día. Te llamaré.

–Como quieras. Saluda a Marga de mi parte –le dijo Felipe desconociendo la situación. 

Yo sabía que su intención no era un simple saludo, así que esperé a que Felipe cerrase el taller y me puse a buscar por todos los rincones, pero no encontré nada sospechoso.

 A primera hora de la mañana del día siguiente, sin haber pegado ojo, me dispuse a tomar el café, como de costumbre, junto a Felipe, con mucho miedo por si ya lo sabía todo.

–Mi amor, ayer estuvo Miguel en el taller. Dijo que solo había venido a saludar. ¡Es extraño!

–¿Por qué te parece extraño, Felipe?

–Por la visita sorpresa. Y al irse me encontré esta carta con mi nombre. La tuvo que dejar él.

¡Dios! ¡Lo que estaba buscando la ha cogido Felipe y no la ha abierto! ¡No me lo puedo creer!

–¿Qué dice la carta? ¿Por qué sabes que la dejó él? –le pregunto angustiada.

–Pues porque ayer solo vino él. Además, es una carta sin sello.

–¿Y qué dice? –le pregunto aterrorizada, aunque imagino que por su reacción, no es alarmante.

–No la he abierto todavía. Se me olvidó y me la he encontrado en el bolsillo. Voy a leerla.

–Deja, mi amor, ya la leo yo si quieres.

–¿Qué piensas, qué no sé leer? –me contesta echando una carcajada.

–Claro, cielo, pero estoy intrigada.

 No podía arriesgarme a que la leyera, no sabía qué es lo que le contaría en la carta. Aquella noche que la pasamos juntos en ese hotel, nos vimos envueltos en la situación más horrible que pudiéramos imaginar. Se presentó Marga, su mujer. Empuñaba un cuchillo, y enloquecida, se lanzó como una leona hacía su presa, cogí la botella de vino, que fue lo primero que encontré, y se la desplomé, con tan mala suerte que se rompió rebanando el cuello como a un cerdo en una matanza. ¡No me lo podía creer! cayó al suelo y en segundos sus ojos quedaron abiertos con la mirada perdida, mientras, de su cuello salían borbotones de sangre. Con fuerza presioné para evitar desangrarse. Pero fué inutil. Aquella noche me convertí en una asesina y Miguel mi complice. Ahora quiere venganza por haberle abandonado. No podía seguir con esa relación y me amenazó con contarlo todo si le dejaba.

Por eso sé que en esa carta él lo explica todo, e incluso donde está enterrada. Por eso Felipe no la puede leer.

–Déjame abrirla y te la leo.

–Que tozuda eres, cariño. ¡Venga, leela! Eres como una niña pequeña.

–¡Ah! ¡Qué torpe! Derramé todo mi café sobre la carta –era mi momento para poder destruirla.

–¿Pero qué has hecho, Carol!? Ahora no sé qué es lo que me quería contar Miguel. 

–No creo que sea nada importante. O, ¿piensas que es una declaración de amor? –no podía hacer otra cosa que dirigir la conversación hacía algo cómico. 

El problema de la carta ya está solucionado, ahora me he de ocupar de Miguel…

Autora
Sol Cano 

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