Esta noche infernal cuando la luna este en su punto más alto, tomaré de mi estantería el Grimorio ardiente, uno de los textos profanos rescatados de la biblioteca de Alejandría luego de su destrucción. Lo abriré y diré el conjuro grabado entre sus páginas de pieles y "Ella" vendrá a este plano terrenal. Tomaré el libro de almas del purgatorio y convocaré a un alma errante al servicio de las tinieblas para que le guíe por el mundo. —Un día como hoy no puede llamarse día de los muertos sin muertos—. Esta noche de Halloween las fauces del averno crujen esperando ser alimentadas y saciadas con carnes humanas recién mutiladas y sangre fresca. Los sesos e instestinos serán masticados como chicles hasta que pierdan su sabor por las legiones del inframundo.
Esta noche impía es cuando mis poderes se incrementa y puedo invocar a los oníros; "al gran timador" y "al amo de las pesadillas" para que vengan tambien a jugar y se den un banquete de gritos, lamentos y tormentos.
Siempre es excitante ver cómo hacen que más de uno enloquezca con las cosas que les muestran.
Disfrutaré del horripilante espectáculo a la vez que escucharé como me aclaman las huestes infernales: "¡Nigromante!" "¡Nigromante!" "¡Nigromante!"
—Et vaga vadit animam, vir magnus, et con magister haec sequuntur somnia et in planum—. Pronunciaré antes de darles la bienvenida a la criaturas de la oscuridad.
Esta noche sepulcral cumpliré mi eterna misión de alimentar a mis hermanos con almas y carnes. Es mi sacrílega ordenanza mantener vivas las llamas del infierno con lo único que hace que sus flamas continúen ardiendo, huesos humanos.
Noche Infernal | Un cuento de Benjamin Touris
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